¡Ansiedad!

Lo sabía...la inercia ha vuelto a cogerme desprevenido y estoy cayendo en ella como caen en brazos de la muerte los que se cortan las venas: despacito, casi sin darte cuenta, como en un sueño. Sin darme cuenta estoy volviendo a los malos hábitos, tirando el tiempo libre por el retrete y dejando pulsado el botón de la cisterna.

Y cuando llegas a casa y te sientas te das cuenta de lo realmente cansado que estás, de las pocas ganas que tienes de hablar, de pensar, ...sólo te sientas, miras la tele y desconectas. Por lo general, esto no suele sentarle muy bien a las personas con las que (en teoría) "compartes" tu vida.

¿Que supone esto? pues un estado de intranquilidad, de tensión, ...en definitiva, de ansiedad. Y tienes ansiedad porque no puedes terminar todo lo que quieres en el trabajo y, al mismo tiempo, porque no has empezado todo lo que debías en casa. A poco que lo pienses, te das cuenta que son situaciones completamente contrarias que comparten la misma unidad de tiempo, de modo que lo que le das a una, se lo quitas a la otra (y viceversa).

Así que vuelvo a utilizar el blog con la finalidad terapeuta con la que nació: matar a los demonios. Esto no es sino el reconocimiento de que el camino no es el correcto. Dicen que el primer paso para resolver un problema es reconocer la existencia del mismo.

Reconocido pues, comienza nuevamente la lucha cuerpo a cuerpo...¡¡Rebelión!!, ¡¡a las armas!!

...estoy seguro que venceré otra vez.

Ansiosos e inerciados, ¡luchad!. No os dejéis engañar...no subestiméis el poder de la inercia (¡coño!, parezco Obi Wan), porque sin daros cuenta caeréis en ella y la pondréis como excusa para seguir cayendo.